Y llamándolos junto a sí, Jesús les dijo*: Sabéis que los que son reconocidos como gobernantes de los gentiles se enseñorean de ellos, y que sus grandes ejercen autoridad sobre ellos. Pero entre vosotros no es así, sino que cualquiera de vosotros que desee llegar a ser grande será vuestro servidor, y cualquiera de vosotros que desee ser el primero será siervo de todos. Porque ni aun el Hijo del Hombre vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos. (Marcos 10:42-45 BA)

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El Catecismo de Heidelberg

Zacarias Ursino.
Gaspar Oleviano.
Felire. 1563(1993 4ed.). 64p.

El Catecismo de Heidelberg celebra en el año 1963 el 400 aniversario de su publicación. Apareció por primera vez en el año 1563 en alemán por iniciativa de Federico III, príncipe elector del Palatinado. A partir de entonces se ha utilizado como libro de enseñanza en las iglesias reformadas de muchos países del mundo.

Es por ello de sumo interés el que pueda aparecer ahora de nuevo en su IV centenario en español; y además en una edición cotejada con el original alemán y con la traducción latina y que incluye también los textos de las Sagradas Escrituras, sobre las cuales está fundamentada la doctrina de las iglesias reformadas.

Desde la aparición de este manual muchas generaciones han aprendido en él, por la gracia de Dios, la doctrina de la Verdad de los apóstoles y profetas. El Señor se preparó para Sí, en muchos lugares, un pueblo dócil, dispuesto a seguir Su llamamiento: "Tu pueblo se te ofrecerá voluntaria­mente en el día de tu poder" para pelear la batalla de la verdad. (Salmo 110:3).

En numerosas iglesias se predica todavía la Palabra de Dios todos los domingos de acuerdo con los párrafos dominicales de este Catecismo. El propósito original era que todo el libro se explicase en las predicaciones en el período de un año. De ahí su distribución en 52 Domingos. El Catecismo debe utilizarse para educar a la juventud de la iglesia, formando así para el futuro hombres y mujeres que conozcan y amen al Señor según las Escrituras, para que también el pueblo de Dios en España esté firme como columna y baluarte de la verdad (1 Tim. 3:15). Deseamos que esta edición pueda servir para ello.

PREFACIO

Vivimos en un tiempo que se distingue notablemente por la falta de un conocimiento profundo del pasado histórico de nuestra fe. Esta enfermedad o falta de nuestro tiempo se manifiesta de una manera clara en toda la cristiandad, pero especialmente en la de occidente. Se respira un ambiente como si se quisiera romper con el pasado y todo lo que en él sucedió. El hombre que se dice cristiano quiere abrirse nuevos caminos en el campo religioso procurando olvidar el pasado, apoyándose asimismo en aquel versículo de Juan 15 : 12 en el que se nos relatan las palabras de nuestro Señor Jesucristo: "Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros", sin tener en cuenta que estas palabras fueron dirigidas, sola y exclusivamente, a aquellos que aman y sirven de todo corazón a Dios, procurando cumplir en todo lo posible sus mandamientos, y en especial, guardando la pureza de la doctrina. Con esta idea equivocada de lo que es el amor cristiano que nos manda nuestro Señor, se quiere extender hoy en día la opinión de que no deben existir ya más las luchas y diferencias religiosas. No es que nos­otros queramos mantener estas luchas y diferencias, eso no. ¡Cuánto mejor sería que no hubiesen existido nunca ni existiesen ahora tampoco! Pero lo que no podemos tolerar es que se quieran hacer desaparecer estas luchas y diferencias a costa de la verdad y pureza del Evangelio, que es la Palabra de Dios.

La desvalorización y poca consideración de la lucha por la pureza de la verdad en el pasado, tiene como consecuencia la disminución del discerni­miento del hombre verdaderamente cristiano. Y una vez que se ha introdu­cido ya en la cristiandad moderna esta desvalorización y poca consideración por la obra de Dios a través de los siglos pasados, para salvar repetidas veces los restos fieles de la iglesia apóstata, una vez introducido este modernismo, lo único que se puede esperar de la cristiandad es una caída paulatina en el error y en el culto voluntario, (Col. 2 : 23; Mat. 15:9) hasta convertirse en una apostasía completa.

Otro resultado a cosechar de este modernismo cristiano, es la poca com­prensión por aquellos mártires que en siglos pasados supieron entregar sus vidas llenos sus corazones de aquella fe santa y pura que solamente la Palabra de Dios, la Biblia, puede dar al hombre. Sin esta fe firme en las promesas divinas no hubiesen ellos podido soportar nunca tal carga. Esta no fue solamente la muerte, sino también la persecución, el hambre, el exilio, la cárcel, etc., siendo estas cosas muchas veces más pesadas y menos deseables que la primera. ¡Cuan poco piensa la generación moderna en el sufrimiento de sus antepasados creyentes! Nuestra generación no considera un privilegio el sufrir por causa de la verdad del Evangelio. No así el apóstol Pedro en su primera carta cap. 4 vrs. 12-19 cuando dice: "Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese, sino gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo, para que también en la revelación de su gloria os gocéis con gran alegría. Si sois vituperados por el nombre de Cristo, sois bienaventurados, porque el glorioso Espíritu de Dios reposa sobre vosotros. Ciertamente, de parte de ellos, él es blasfemado, pero por vosotros es glorificado. Así que, ninguno de vosotros padezca como homicida, o ladrón, o malhechor, o por entrometerse en lo ajeno; pero si alguno padece como cristiano, no se avergüence, sino glorifique a Dios por ello. Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios; y si primero Comienza por nosotros, ¿cuál será el fin de aquellos, que no obedecen al evangelio de Dios? Y, si el justo con dificultad se salva, ¿en dónde aparecerá el impío y el pecador? De modo que los que padecen según la voluntad de Dios, encomienden sus almas al fiel Creador, y hagan el bien." El cristiano moder­no no quiere ser molestado ni sufrir, cree que puede servir a Dios haciendo las cosas según su propia manera de pensar (culto voluntario) y no según la voluntad divina, no dándose cuenta del gran error en que se halla, y del privilegio de que a sí mismo se priva siguiendo las inclinaciones de su corazón orgulloso.

Nuestro propósito al editar este libro es dar a conocer, en especial al pueblo llamado cristiano, algo de la lucha habida en el siglo dieciséis por la verdad de Dios, y su gran obra en muchos corazones, la cual fue destruida en España, ampliando así el conocimiento histórico de muchos creyentes acerca de la obra de Dios en la historia. Nuestra intención no es hacer resaltar los nombres de aquellos que sufrieron por una causa tan noble, sino hacer ver con claridad que a pesar de todas las luchas y dificultades que Satanás intentó e intenta poner en el camino para evitar el crecimiento de la semilla santa, ahogándola por completo, al menos aparentemente, guardada, protegida y avivada por Dios vuelve a germinar llevando nueva­mente fruto. Procuremos los cristianos actuales poner solamente la mira en Dios y en sus promesas apartándonos de toda clase de culto voluntario, sirviendo al Señor con la misma fe con que le sirvieron nuestros antepasa­dos. Nuestro propósito no es tampoco fomentar el odio contra aquellos que persiguieron a los fieles hijos de Dios. Esto lo dejamos a la voluntad del Señor, que es quien juzga justamente (Romanos 12:19). Lo que sí desea­mos alcanzar, como ya hemos dicho, es un conocimiento más amplio de la obra de Dios en la iglesia a través de los siglos por parte de la cristiandad moderna. Principalmente la de España.

Libro completo suministrado por FELIRE.

Si el vínculo no funciona puede ver el documento AQUI.

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