Y llamándolos junto a sí, Jesús les dijo*: Sabéis que los que son reconocidos como gobernantes de los gentiles se enseñorean de ellos, y que sus grandes ejercen autoridad sobre ellos. Pero entre vosotros no es así, sino que cualquiera de vosotros que desee llegar a ser grande será vuestro servidor, y cualquiera de vosotros que desee ser el primero será siervo de todos. Porque ni aun el Hijo del Hombre vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos. (Marcos 10:42-45 BA)

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El mundo en la época de la Reforma

Al final del siglo XV se abren muchas páginas nuevas en la historia del progreso del mundo. El mundo mismo se había ensanchado repetidamente. El descubrimiento de América por Cristóbal Colón, en 1492, no sólo había dado nuevas visiones de aventuras y descubrimientos. El año de 1497 fue señalado por los nuevos descubrimientos de Cabot en la América del Norte y por el viaje de Vasco de Gama, que dobló por primera vez el Cabo de Buena Esperanza, poniendo a Europa en contacto con todo el misterio y la riqueza de la India.

La imprenta, inventada por Gutenberg en Alemania, había sido introducida en Inglaterra en 1476 por William Caxton, y establecida en la Sorbona de París por Luis XI. Viniendo así, después de la toma de Constantinopla por los turcos y de la caída del Imperio Bizantino, ayudó a la difusión de la literatura griega y latina por toda Europa y contribuyó al gran despertamiento del pensamiento europeo.

El poder político se trasladaba también de las naciones orientales de Europa a las occidentales. Venecia, Florencia, Genova, veían desvanecerse gradualmente su vasta influencia. España, Francia e Inglaterra se habían hecho grandes naciones. Por aquella época al menos, los Estados republicanos, tanto del Norte como del Sur, cedían el paso a los monárquicos.

Sólo un poder parecía permanecer inconmovible en medio de los cambios que se realizaban a su alrededor. Alta sobre todas las monarquías, dirigiéndolas y dominándolas a todas, estaba "la cátedra de San Pedro". Pero empezaba ya a manifestar síntomas de serio quebranto. En los comienzos del siglo XIV el mundo había presenciado el extraño espectáculo de dos Papas rivales, uno con residencia en Avignon y otro en Roma, y un poco más tarde hubo un tercero, el aragonés Pedro de Luna, con el nombre de Benedicto XIII. En 1489 un Concilio de la Iglesia celebrado en Florencia anuló las actas del Concilio reunido en Basilea dos años antes, y anatematizó a los Padres que habían tomado parte en él. Al terminar el siglo, la silla papal estaba ocupada por Alejandro VI, más conocido por su nombre de Rodrigo Borgia, cuya infame vida llevó al Papado a su más profundo abismo de degradación.

Contra las corrupciones de la Iglesia se habían hecho ya muchas protestas. La cruzada en favor de una fe más pura y de una vida más sencilla, comenzada por Wycliffe en Inglaterra, había sido continuada en el Continente europeo principalmente por dos hombres: Juan Hus y Jerónimo Savonarola. Hus, profesor de la Universidad de Praga, era también predicador de una de las iglesias de la capital. Denunció los vicios en que vivía gran parte del clero y recomendó las enseñanzas de Wycliffe. En 1415 fue citado para presentarse ante el Concilio de Constanza. Confiado en el salvoconducto que le había dado d emperador Segismundo, compareció en Constanza para defender su doctrina. Pero el salvoconducto fue violado. Hus fue echado en una prisión, y poco después condenado como hereje y quemado vivo, siendo arrojadas sus cenizas al Rin.

Savonarola, monje dominico, llegó a ser el predicador más elocuente de Florencia. Alcanzó la rarísima distinción, una distinción que también Calvino obtuvo, de producir con su predicación una completa reforma de las costumbres de la ciudad que fue escena de sus trabajos. Su influencia en el arte y en la literatura ha sido permanente. Cuando Miguel Ángel pintaba en la Capilla Sixtina del Vaticano su famoso cuadro del Juicio Final, se inspiró, en gran parte, en la lectura de los sermones de Savonarola.

Savonarola, tuvo la misma suerte que Juan Hus. El también atacó sin vacilaciones ni reticencias las corrupciones de la Iglesia. El 23 de Mayo de 1498 fue ahorcado y quemado, y sus cenizas, arrojadas al Arno. Una losa en la acera que da frente al Palazzo Vecchio, de Florencia, señala el sitio en que sufrió el martirio, y todos los años, en la fecha del aniversario, los florentinos cubren de flores la losa en homenaje a su memoria. Acerca de él y de su relación con la Iglesia de Roma dice Potter, escritor belga, católico romano: "He aquí un monje, condenado como hereje por la Inquisición, quemado por orden de uno de los Papas más infames que han ocupado la cátedra de San Pedro, tácitamente canonizado por otro Papa (Benedicto XVI) adorado por una santa (Santa Catalina de Ricci), y por un virtuoso obispo (Scipio de Ricci) y vilipendiado por otros monjes. (Vie de Scipion de Ricci, II página 257).

De este modo habían sido ahogadas, al parecer, en llamas las protestas de reformadores como Hus y Savonarola. La Iglesia de Roma había usado la espada y el fuego para acabar en todas partes con el pensamiento independiente y la acción libre. Bohemia, cuyo pueblo había simpatizado en su mayor parte con Hus, fue empapada en sangre. En Inglaterra, los discípulos de Wycliffe sufrieron, durante el reinado de Enrique IV, prisiones y muerte.

Al comenzar el siglo XVI murió el Papa Alejandro VI. Su sucesor, Pío III, no vivió más que un mes después de su elevación al Pontificado, y fue seguido por Julio II. Este Papa fue un guerrero. Atacó sucesivamente a los venecianos y a los franceses. Victorioso sobre los venecianos, no fue tan afortunado con Luis XII, de Francia, el cual llevó la guerra a Italia. El Rey de Francia, no sólo obtuvo allí victorias en el campo de batalla, sino que ganó para su causa a varios de los Cardenales romanos. Bajo los auspicios de éstos se celebró en 1511, un Concilio, que declaró en suspenso la autoridad del Papa y se pronunció a favor de una reforma de los abusos introducidos en la Iglesia. Luis XII este Decreto por toda Francia. Todo ello ayudó a todavía más el poder de la Santa Sede.

Poco después murió Julio II, sucediéndole el Papa León X. de la familia de los Mediéis. Uno de sus primeros esfuerzos se encaminó a restablecer la quebrantada influencia del Papado en Francia. En 1516 concluyó, con Francisco I, de Francia, un concordato, por el cual quedó abolida la Pragmática sanción. Esto significaba la demolición de uno de los más fuertes baluartes de la Iglesia francesa contra las agresiones y tiranía de Roma, las famosas libertades galicanas. La Pragmática sanción había proclamado las libertades de la Iglesia francesa, fundándolas en les decretos del Concilio de Basilea (1433-14371. que habían sido incorporados por Carlos VII a las leyes del Estado, a pesar de que la Corte de Roma había siempre protestado contra ellos. Pero el nuevo Concordato declaró la superioridad de los Papas sobre los Concilios y restauró al Papado los annates, o sea las rentas del primer año de los beneficios eclesiásticos vacantes. Debe recordarse, en honor del Parlamento y de la Universidad de París, que ambas corporaciones protestaron contra tal violación de las libertades del pueblo francés, con eran indignación del Rey.


Irwing, G. H. Juan Calvino: su vida y su obra. CUP: México, 1947. pp.6-10

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