Y llamándolos junto a sí, Jesús les dijo*: Sabéis que los que son reconocidos como gobernantes de los gentiles se enseñorean de ellos, y que sus grandes ejercen autoridad sobre ellos. Pero entre vosotros no es así, sino que cualquiera de vosotros que desee llegar a ser grande será vuestro servidor, y cualquiera de vosotros que desee ser el primero será siervo de todos. Porque ni aun el Hijo del Hombre vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos. (Marcos 10:42-45 BA)

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Una exhortación a todos los queridos cristianos en Livonia junto con sus pastores y predicadores... - Martín Lutero

Debemos dar gracias a Dios el Padre de toda misericordia en gran medida y en todo tiempo por ustedes, queridos señores y amigos, que según las riquezas insondables de su gracia les ha traído al tesoro de su palabra, en la cual poseen el conocimiento de su querido Hijo, una prenda segura de la vida y la salvación que les espera en el cielo y que ha preparado para todos los que perseveran firmes en la verdadera fe y el amor ferviente hasta el fin — así como esperamos y oramos que el Padre de misericordia los preserve a ustedes y a nosotros, nos perfeccione con la misma actitud, conforme a la semejanza de su querido Hijo, Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Sin embargo, he oído de testigos confiables que han surgido facciones y desunión entre ustedes, porque algunos de sus predicadores no enseñan ni actúan con unidad, sino cada uno sigue su propio sentido y juicio. Y casi lo creo, porque tenemos que recordar que no será mejor con nosotros de lo que fue con los corintios y otros cristianos en el tiempo de Pablo, cuando surgieron divisiones y disensiones entre el pueblo de Cristo. Así como San Pablo mismo reconoce y dice: "Porque es preciso que entre vosotros haya disensiones, para que se hagan manifiestos entre vosotros los que son aprobados." (1 Cor. 11:19). Porque Satanás no se contenta con ser el príncipe y el dios de este mundo, sino también quiere serlo entre los hijos de Dios, Job 1, y "como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar" (1 Ped. 5:8).

Esto causa confusión entre la gente. Motiva tanto la queja de que "nadie sabe qué debe creer y a quién debe favorecer", y la exigencia común por la uniformidad en la doctrina y la práctica. En los tiempos pasados, se celebraron concilios con este fin y se decretaron toda clase de reglas y cánones para obligar a todos a seguir una orden común. Pero finalmente estas reglas y cánones llegaron a ser trampas para el alma y tropezaderos para la fe. Así que hay gran peligro en los dos lados. Necesitamos a buenos maestros espirituales que sepan guiar a la gente con sabiduría y discreción.

Porque los que elaboran y ordenan costumbres y órdenes universales se apegan tanto a ellas que las convierten en leyes dictatoriales que se oponen a la libertad de la fe. Pero los que no ordenan ni establecen nada sólo logran crear tantas facciones como hay cabezas, haciendo daño a la harmonía y unidad cristiana de las que San Pablo y San Pedro escriben con tanta frecuencia. De modo que, tenemos que expresarnos de la mejor manera posible sobre estos asuntos, aunque no se cumpla todo como decimos y enseñamos.

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